Los días y las horas (el mar y las olas) de Paco Nadie. 27/10/22-27/11/22
CAMBIO DE EJE
Natalia Alonso Arduengo
«El mar es el mundo sin nosotros;
el mar es el mundo antes de nosotros;
el mar es el mundo después de nosotros.»
Este pueblo silencioso, Ricardo Menéndez Salmón
Llevar una vida ordenada, agendar cada paso, sincronizar nuestro cuerpo como un «instrumento que se repolariza para obedecer al reloj» (1). Hay que estar activo constantemente, hay que ser productivo. Como el Conejo Blanco de Lewis Carroll vivimos en un perpetuo «¡Voy a llegar tarde!». Tenemos hambre de Tiempo. Pero un hambre bulímico, insano. Porque el multitasking es sinónimo de «multiatasco». Cuando se entra en la rueda de hámster no hay cabida para la pausa o la demora. Tampoco para un fluir autónomo e independiente de la temporalidad hegemónica que marca el sistema. Entonces, si aparece la conciencia, puede producirse la fractura. Camus lo advirtió:
"Suele suceder que los decorados se derrumben. Despertar, tranvía, cuatro horas de oficina o de fábrica, comida, tranvía, cuatro horas de trabajo, cena, sueño y lunes, martes, miércoles, jueves, viernes y sábado al mismo ritmo, es una ruta fácil de seguir la mayoría del tiempo. Pero un día surge el «porqué» y todo comienza con esa lasitud teñida de asombro".
«Comienza», eso es importante. La lasitud está al final de los actos de una vida maquinal, pero inaugura al mismo tiempo el movimiento de la conciencia. Lo despierta y provoca la continuación. La continuación es la vuelta inconsciente a la cadena, o el despertar definitivo (2).
El «despertar definitivo» implica una reubicación en el mundo frente plazos, cronogramas y otros límites temporales que conforman esa fuerza normativa silenciosa de la que habla Hartmut Rosa y que crea sujetos alienados y sometidos a la lógica de la aceleración social (3).
El «despertar definitivo» implica necesariamente un cambio de eje4. Tumbarse, dejar de hacer, mirar la nada. O lo que es lo mismo: situarse frente al mar como Gustav von Aschenbach (5.) Sutil y poético, Paco Nadie en Los días y las horas (el mar y las olas), nos emplaza al «despertar definitivo» a través de la horizontalidad de un mar que se bate entre la verticalidad de las líneas de unas hojas de agenda. El calendario se congela ante lo sublime. Y el arte, como reducto de lo no productivo, resquebraja cualquier imperativo temporal. Lo señala W. G. Sebald:
"Estás parado en un museo y observas uno de esos maravillosos cuadros que alguien pintó en el siglo XVI o XVIII. Te transportas fuera del tiempo, y esto constituye en algún sentido una forma de redención, si eres capaz de sustraerte al paso del tiempo" (6).
El mar de Paco Nadie también es un mar cargado de resonancias que van más allá del rumor del oleaje. Es una vanitas que enfrenta a la trascendencia, al porqué. Menéndez Salón lo reflexiona en estos términos:
"Y es que la visión del mar invita a creer que se está pensando en todo, cuando en realidad no se está pensando en nada. El mar obra así el vacío benéfico de la inteligencia, supone un mero transcurrir, obliga a enfrentarse con algo que nos antecede y que nos sobrevivirá, impone en definitiva una presencia que invita a acatar que todo lo ligado al ser humano pasará de forma irrevocable" (7).
Si todo fluye y nada permanece, podemos decir que el olvido forma parte de la espuma de los días y las horas. Podemos decir que tanto la memoria como la narrativa de nuestro propio Tiempo (el del «despertar definitivo») deben dejarse mecer en el vaivén de las mareas sin que el salitre nos convierta en estatuas de sal.
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1. KÖHLER, A.: El tiempo regalado. Un ensayo sobre la espera. Barcelona, Libros del Asteroide, 2018.
2. CAMUS, A.: El mito de Sísifo, Madrid, Alianza Editorial, 1981.
3. ROSA, H.: Alienación y aceleración. Hacia una teoría crítica de la temporalidad en la modernidad tardía. Buenos Aires, Katz Editores, 2013.
4. La horizontalidad como forma de subversión: Y es que en la sociedad del cansancio podemos estar cansados, pero nunca ser perezosos, nunca dejarnos llevar. Hemos de mantener la tensión en todo momento. Estar alerta. Estar erguidos. Desafiar a la fuerza de la gravedad. Y nunca regresar a la horizontalidad. Esa horizontalidad que para algunos pensadores como Georges Bataille era un residuo de una animalidad que en algún momento deberíamos recuperar, en HERNÁNDEZ, M.A.: El don de la siesta, Barcelona, Editorial Anagrama, 2020.
5. Thomas Mann en Muerte en Venecia sobre el escritor alemán protagonista de su novela: Amaba el mar por razones profundas: por la apetencia de reposo propia del artista sometido a un arduo trabajo, que ante la exigente pluralidad del mundo fenoménico anhela cobijarse en el seno de lo simple e inmenso, y también por una propensión ilimitada —diametralmente opuesta a su tarea y, por eso mismo, seductora—hacia lo inarticulado, lo inconmensurable y eterno: hacia la nada.
6. SCHWARTZ, L. S. (ed.): Emerge, memoria (conversaciones con W. G. Sebald), Oviedo, Krk Ediciones, 2021.
7. A propósito del mar del lienzo Felicidad de Dinisio Baixeras, en MENÉNDEZ SALMÓN, R.: Este pueblo silencioso. Las manos en el museo de Bellas Artes de Asturias, Oviedo, Museo de Bellas Artes de Asturias, 2020.
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Los días y las horas
(el mar y las olas)
«Estos pequeños dibujos a carbón en papel de agenda Moleskine (14 x 9 cm) enmarcados en portarretratos son un acto de resistencia y de lucha pasiva contra el tiempo convertido en un sistema de control. Covierten la verticalidad jerarquizante en una horizontalidad que revosa el papel pautado con el mar imaginado cuando no se ve. Son una reactualización conceptual del tema de las marinas, una reflexión sobre el paso del tiempo, paisajes emocionales o autorretratos, pero sobre todo un acto mínimo de reivindicación del tiempo propio, creados en un proceso de deriva contra la autoburocratización sistemática de la rutina. Pretenden, como documentos, levantar acta sobre el aburrimiento, a través del dibujo, la inutilidad y lo sublime o la belleza inaprensible tras el acto de contemplación que se nos exige ante la vida que se nos escapa, entre los días y las horas. Quieren mostrarnos un tiempo que es como el mar y las olas»
Paco Nadie
www.paconadie.com
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