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Sastre + GAS cantan a Rosa Chacel 23/03/19


«Las canciones son impresiones. Los textos relativos. El momento la clave. ¡Un camino! Mejor que toda posición. La casa nos sonríe con la perspectiva de todas sus puertas abiertas. Un acorde. Estación. Velito. Una cara que no aclara nada. Juventud. La escalera mete miedo. Ciento cien. Conversaciones. Indudablemente es en la boca. Años que duran unos pocos días. Y vas a comprar el pan. Cuando ya estemos lejos de resbalar. Destinejo. Mis protagonistas se acurrucarán. Cuánto interés hay que tener. Recuerdo amable. Las cifras aquellas. Hay una mina. Ida. El vago encanto del dramatismo. Las calles son playas. En mi cráneo una gota cae. Míranos. Turismo ven a mi casa. ¿Qué te voy a contar? Septiembre, enero. Llegué a ese estado en el que las codornices se rompen todos los sesos con el techo de la jaula. Tréport. 27. Perfil. No quisimos resistir. Accesos de decisión. Promesa VS pacto. Hilo de araña. Vueltas. Esa alegría. Intercambio. Sonido ambiental. Placentera convicción. Tan clarina su quietud. Agota el acto de irse. Vuelta. Una hora profundamente nocturna. Algo ha terminado, ahora puedo decir ¡principio!»

Estas canciones son una interpretación de la novela Estación. Ida y Vuelta, de Rosa Chacel.

Trajes de aire

Sastre es Alberto y GAS son Gloria, Arantza y Sara, una sublimación del Coro Al Altu La Lleva. Un coro de voces surgido de un coro acompañando a una de ellas. El coro es mucho más que las voces del coro y en cada una de ellas hay un coro. Las sumas son muchas. Un coro es una nebulosa que es un grito donde se forman estrellas y constelaciones musicales por condensación. Voces atraidas por causas justas, y argumentos de sobra para defenderlas, que orbitan en torno a los cataclismos de una época extraña en la que parece que hemos olvidado qué es lo importante. Hay que cantar para recordar recordar las causas justas. Estas son las fuerzas de cohesión, las simpatías y los matices musicales que buscan y encuentran la belleza heróica de que es necesariamente solidaria.Las canciones de este sastre son como el traje en cuyo bolsillo alguien pone una flor antes de marchar. Sugen de ese viaje de ida y vuelta en esta espera en la que los lugares se disuelven como los recuerdos. Extrañas armonías que parecen preguntarse porque las cosas fueron de aquella manera y ahora son como son, y sin embargo ven con claridad esos momentos como libros en los que se detienen, en los que como las arañas tejen estas historias incompletas. Estaciones, supuestos no lugares donde aparentemente no pasa nada y tantas cosas vemos pasar, los cantos de sirenas, la crueldad que trae la tiranía, los recuerdos que se lleva la guerra, la tristeza que nos deja el tiempo. Pero también el atractivo de los viajes sin destino y la espera desesperada. No es necesario moverse para hacer turismo por los meses. Los dramas ya son otros y a veces, mientras dormimos, solemos cantar, pasando la noche oscura en vela, hasta despertar. Así sueña la voz profunda del cantante, como trajes de aire, las visiones de una escritora que un dia tuvo que marchar y ahora vuelve en primavera como suelen hacer las flores.

Paco Nadie

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