Pámunloa Myanmar 10/11/17 - 01/12/17
Un viaje a la antigua Birmania a través del sonido, la escritura, la materia religiosa y sus habitantes
Durante el viaje, encontré una libreta de estudiante de papel reciclado por valor de 200 Kyats, aproximadamente 16 céntimos de euro, y comencé a anotar palabras que veía en los templos, a dibujar, y a preguntar a las personas por palabras en su lengua para que apuntasen en otro pequeño cuaderno los místicos signos, algo complicado pero divertido, dada la a veces escasa comunicación verbal profunda posible (ésta era a veces una práctica de teatro mas que una conversación, siempre con una sonrisa en sus rostros). El resultado fue una libreta de viaje que conoceréis en la inauguración, acompañada de algunos ejemplares impresos en ocasiones intervenidos.
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Kyay zu tin pa te! ----------------------------------------------------------------------------
Diego Salvo Romero
En Myanmar hay pueblos pintados de un verdor azulado, como Pakoku, y en casi todas las casas de té y lugares de reunión hay un ambiente verdoso, donde las paredes esmeralda se ven hermanadas con la luz fluorescente. Los hombres y mujeres morenos charlan sentados en pequeñas sillas de colores y degustan té negro con leche y leche condensada.
Cuando llegamos a Yangón tomamos un taxi hacia Kyauktada Township, al sur de la ciudad. Saqué la mano por la ventanilla y realmente palpaba la humedad. Al amanecer, una fila de niñas monjas descalzas y vestidas de rosa recorrían la carretera entre edificios agrietados con árboles, musgo y enredaderas. Iban a buscar el alimento que los birmanos proporcionarían, como cada mañana.
En los pueblos, ciudades y montañas y surgen pagodas áureas por todas partes. El pan de oro recubre los budas y los rojos y turquesas las escamas del dragón, como demuestra la tribu Pa Ho en sus turbantes de colores. Hay rubíes y otras piedras preciosas y una roca gigante cubierta de pan de oro y frenada por un pelo de Buda al borde de un acantilado.
A excepción de los paneles solares y otros indicios tecnológicos, los pueblos de las montañas manifiestan la vida de nuestro pasado. El agua viene del cielo y de la tierra, y en la tierra la jungla respira. Serpientes que parecen hojas y decenas libélulas volando por el pueblo de Pankan. Las mujeres se van temprano a la recolección de las hojas de te y al anochecer nos reunimos en el Monasterio.
Una parte de mi corazón se afincó en Pankán, un pueblo hermoso de la provincia Shan, con caminos de tierra y piedra, casitas de madera y un colegio con seres geniales, donde pude dar clase de inglés y naturaleza durante tres días, jugando con la creatividad y los animales, todos juntos.
En Espacio local genero una retrospectiva de gran parte del viaje por, que junto a mi amigo Diego Salvo Romero recorrí a través de increíbles aventuras. Fotografías conjuntas, instrumentos tradicionales y objetos religiosos y de la cultura popular podremos observar. Exploraremos algo de su escritura y compartiré la inspiración pictórica que este viajeme ha regalado.